Un espacio por llenar... (testimonio de Daniel Gushiken en la misa por los 25 años de la Rama Secular en el Perú)

Autor: 

Daniel Gushiken

Agradezco el encargo de dirigirme a ustedes, porque la Rama Secular ha sido y es un regalo de Dios que me ha procurado la oportunidad de ser feliz desde la laicidad.

La Rama Secular llegó inesperadamente a nosotros desde Roma en 1996. Inspirado por la exhortación apostólica Christifideles Laici del Papa Juan Pablo II, el Superior General Patrick Brandley ss.cc. resaltaba del documento la misión irreemplazable de los laicos en la proclamación de la Buena Noticia y añadía, con alegría, que en la Congregación se ha dejado sentir con fuerza el soplo del Espíritu, explicando el arribo de la Rama Secular en los Sagrados Corazones. Así fue que la Rama Secular llegó a nosotros. Esta noticia la recibimos con mucho entusiasmo, recuerdo que muchos hicimos las promesas, no todos estuvieron convocados, y sentimos el privilegio de alcanzar peldaños más altos al interior de la Congregación. Se nos propuso unirnos a una coordinación de laicos de las 4 comunidades laicales que existían entonces; además, recibimos mayor formación sobre la espiritualidad Sagrados Corazones.

Posteriormente, conforme pasaron los años, la Rama fue perdiendo brillo y novedad. Creo que no dejamos de sentirnos invitados, percibimos que la propuesta era aburrida, que no tenía definición exacta... muchos se fueron. Pero algunos continuamos, porque encontramos riqueza en compartir la espiritualidad con otras comunidades; otros, confiando en Juan Luis Schuester, lo seguimos en esta novedad. Cuando ya era evidente que no era un peldaño más, sino uno menos; cuando el prestigio de la Rama Secular no era atractivo, es que el regalo se dejó ver. Descubrimos con sorpresa que no era una propuesta definida, no era algo, más bien: era nada; un espacio vacío... pero nuestro. Dejamos de ser invitados y lo sentimos nuestro para definirlo y construirlo. La Rama Secular, la Rama Laical, debía ser hecha por laicos para los laicos.  

Fue entonces que cuestionamos nuestra insatisfacción, porque no éramos aquellos jóvenes universitarios que participábamos en programas pastorales, en proyectos solidarios en sectores populares, en retiros o cursos de teología o charlas de realidad nacional (pero todo esto en nuestros ratos libres, que ahora ya no teníamos), ya no éramos universitarios, ya no éramos los "cristianos comprometidos" de antes, descubrimos que algunos conceptos clericales habían deformado nuestra forma de concebir la fe, esta forma de ver al "cristiano comprometido". El ver a la Iglesia como sinónimo de sacerdotes, obispos, cardenales y Papa, sin querer, nos había impuesto estereotipos sobre el laico, el clero e Iglesia equivocados. Encontramos que debíamos destruir esto que llamamos clericalismo, y reconstruir algunas ideas desde cero. Así fue que empezó la “causa de los laicos”, así terminó la primera etapa de la Rama laical, una etapa necesaria, una etapa de maduración. Es aquí que inventamos una teología laical, para valorarnos, para reconocernos capaces de escuchar al Espíritu, capaces de discernir los signos de los tiempos, de construir nuevos modelos de laico y santidad. De esta forma, escuchamos a un Espíritu que nos inspiraba a ser papá, mamá, trabajador, a ser vecino, amigo, a ser ciudadano, a ser pecador y a proclamar la Buena Nueva del Evangelio en el escenario que nos tocara. Y, lo que es más importante, nos reconciliamos con nuestro destino, con las circunstancias particulares que nos rodean, a ser Buena Noticia para los que están a nuestro paso, para ser el buen samaritano en nuestro camino y a estar plenamente convencidos que el Señor nos hacía un llamado allí, de acuerdo a nuestra vocación, un llamado especial a cada uno, para realizarnos plenamente en la fe, un llamado a ser felices en la gracia de Dios.  

Puedo ahondar en una serie de ejemplos sobre los distorsionados conceptos en que el clericalismo afecta la visión de los cristianos, donde la Iglesia se concibe piramidal, jerárquica; y el poder, la sabiduría, la verdad se concentra en el clero, donde el laico está impedido a construir teología y a ser santo. Pero enumerarlo sería extenso y creo que es tarea de las comunidades irlo descubriendo.

Esta nueva mirada de Iglesia nos permitió saborear a nuestras familias, darle nuevo sentido a nuestros trabajos, valorarnos como laicos e imaginar nuevos caminos, planear otros futuros para la Rama, entre ellos, conquistar espacios nuevos en la Iglesia, juntar a todas las comunidades laicas en la Congregación. Ya son 8 las comunidades en coordinación permanente, hoy caminamos juntos con otras ramas seculares de Latinoamérica y del mundo, en el ámbito de una iglesia más grande, con otros movimientos laicales del Perú; también, en la Comisión Episcopal de Laicos. Por otro lado, Jorge asiste a reuniones de la IRI Perú - Iniciativa Interreligiosa para los Bosques Tropicales. Hemos participado en el proceso de escucha de la Primera Asamblea Eclesial de América Latina y El Caribe, cuyo momento cumbre se inicia hoy en México, primera porque es la primera vez que se permite participar a toda la iglesia, en especial, a los laicos, no es coincidencia que sea hoy, quiero pensar que es una señal para confirmar que estamos por buen camino, reafirmando la “causa de los laicos”. También, han habido otros logros que no incluyo, por mi memoria ingrata, así como aquellos que han sido logros aislados, personales, pero inspirados por la Rama. Y, retomando las coincidencias, hace pocas semanas, el papa Francisco anunció el inicio del Sínodo de la Sinodalidad, sinodalidad que significa Iglesia horizontal, donde nadie es más que nadie, Iglesia de todos y para todos, caminando juntos en una misión común. Que coincide con nuestra bandera laical de estos 25 años. Y por coincidencia, hace poco que vino el provincial de los hermanos, dejó deslizar la posibilidad de una primera reunión con sabor a sínodo, donde participemos Hermanos, Hermanas y Laicos.

Quiero dar gracias a Dios por precursores fundamentales en esta historia, como Héctor de Cárdenas, quien fue el fundador de la primera comunidad juvenil sscc, comunidad que continúa hasta hoy, ya no tan juvenil. Gracias también a José Luis Ramírez, que tomó la posta con la comunidad Héctor de Cárdenas y nos hizo más autónomos. Gracias por Juan Luis Schuester, impulsor de otras comunidades laicales, entre ellas la comunidad Nicolás Castel, y promotor incansable de la Rama Secular. Gracias por la Hermana Graciela Zúñiga, fundadora de la Comunidad Seglar de Belén, que animó y anima hasta hoy la vida comunitaria de nuestras hermanas Martita, Lida, Blanquita, Margarita y otras exalumnas Sagrados Corazones. Gracias en especial por José Serrand, nuestro valioso asesor de siempre, que sigue acompañando con ánimo, buen humor, paciencia, respeto, sencillez, alegría, sabiduría y generosidad nuestra aventura. Gracias a todos los que animan la vida comunitaria, porque ésa es nuestra misión fundamental: promover la vocación laical a través de las comunidades. Y, por qué no, gracias por María Pía Lafont ss.cc. y Patrick Bradley ss.cc., superiores generales que se dejaron inspirar por el Espíritu y dieron vigencia a la Rama Secular sscc en el mundo. Hago un llamado a todos y todas a promover la vida comunitaria, a seguir apostando por las comunidades, nosotros somos producto de ellas y estoy seguro que ha sido bueno, ha sido de Dios.

Finalmente, quiero dar gracias al Señor por el Papa Francisco, un hombre de Dios, quien se atreve a cambiar la Iglesia, a hacerla poco a poco más coherente con el Evangelio; y quiero recordarlo con una de sus arengas famosas: hagamos lío. Hagamos lío. Desde esta tribuna llamo a todos a hacer lío, para tener un primer encuentro en los Sagrados Corazones, donde podamos reunirnos Hermanos, Hermanas y Laicos, las tres ramas , para revisar juntos cómo podemos caminar en una dirección, cómo configurar una congregación sinodal, para construir un perfil de laico ss.cc. y a promover la vida comunitaria.

Para terminar, han habido muchos signos, momentos de mucha intensidad, de conversión, de presencia de Dios, de logros increíbles, de sueños realizados, otros jamás soñados, de emotivos triunfos, de alegrías intensas, de muchas iniciativas y coincidencias divinas. Aún falta más, pero, como dije al inicio, la Rama Secular está aún casi vacía, diría que es un lienzo todavía casi blanco -pero ya no está tan vacío- donde cada uno de nosotros tiene un espacio por conquistar, por pintar, con libertad, con poder, con originalidad, con belleza, con solidaridad y felicidad, con la inspiración del Espíritu, también, con licencia al error, porque Dios nos ha empoderado, nos ha bautizado, nos ama y nos elige especialmente a aportar en esta creación que ahora es nuestra y que sigue siendo de Dios.

Gloria a los Sagrados Corazones de Jesús y de María