José Kuwae - La nobleza del ser humano

José Ryokichi Kuwae Yagui nació en Lima el 19 de marzo de 1959 y creció en el distrito de Barranco, al que siempre lo unió un cariño especial. Sus padres, Pedro Kuwae y Margarita Yagui, formaron a sus hijos en la responsabilidad, la disciplina y el amor a la familia, pero también en la fe sencilla y genuina. Estudió en el colegio José María Eguren, luego de lo cual ingresó a la Pontificia Universidad Católica del Perú el año 1976; allí estudió Física, egresando el año 1982. Amante de los autos y la tecnología, pero también de la música, desarrolló una gran habilidad en la tecnología de sonido (cuentan que tuvo un importante papel al respecto durante la primera visita de Juan Pablo II al Perú).

Apenas empezó a trabajar, se hizo muy apreciado por su responsabilidad, y por la agudeza y profesionalismo de su trabajo. No obstante, al poco tiempo empezó a discernir su vocación religiosa. Contaba el P. José Luis Ramírez que, cuando José renunció, su jefe (también de ascendencia japonesa) quiso retenerlo aumentándole el sueldo; pero cuando José le explicó que estaba entrando a la vida religiosa, le dijo “entonces no hay nada que yo pueda ofrecerte”.

José ingresó al postulantado de la Provincia del Perú el 27 de noviembre de 1983. Inició su noviciado el 1 de marzo de 1986, en Cerrillos de Curacaví (Chile) e hizo sus votos temporales el 14 de febrero de 1987, en la Capilla del Colegio Recoleta. Profesó sus votos perpetuos el 1 de febrero de 1991, en la Parroquia de la Recoleta, en Plaza Francia. Estudió pedagogía, filosofía y teología en el ISET Juan XXIII (Lima), más una especialización en pedagogía en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Nunca estuvo en sus planes ser sacerdote, la suya era una vocación de religioso, de “Hermano”. Durante sus años de servicio, fue formador en el postulantado, responsable de la pastoral juvenil en La Ensenada, consejero provincial, sub-director de Pastoral y Asesor en el colegio Recoleta. Fue también asesor de la Rama Secular ss.cc. durante los años 2006 al 2009.

José estuvo en de diferentes comunidades religiosas del Perú: Wilson, Sachaca, Montemar, Monterrico… pero probablemente su tiempo más feliz e intenso fue el que pasó entre los años 1992 y 1993, cuando fue enviado a La Ensenada; allí organizó la vida sacramental, los grupos de jóvenes, festivales musicales, talleres. La otra gran obra que lo entusiasmó fue el Colegio Recoleta; allí fomentó una pastoral encarnada, que buscaba acompañar a los niños y adolescentes en las distintas etapas de su vida, enraizada en una experiencia personal y comunitaria de la fe, y con un claro compromiso con la realidad del país. Con él, la pastoral recoletana se estructuró desde una perspectiva integradora, enmarcada en los procesos educativos y formativos. Fomentó también el surgimiento de comunidades juveniles de exalumnos, a las cuales acompañó hasta su muerte.

Durante los años 1991 y 1992 asumió la asesoría de la Comunidad Héctor de Cárdenas. Sólo fueron dos años, pero a su dedicación en ese tiempo le debemos el que la Comunidad desarrollase su reflexión sobre sí misma, sobre sus cambios y evolución, sobre lo que los tiempos nuevos podían estarle pidiendo. Incentivó una proyección comunitaria renovada hacia zonas menos favorecidas, como La Ensenada. Aprovechando su presencia en esa zona, animó la participación allí de varios de nuestros grupos de reflexión; uno de los frutos de esa presencia fue la academia pre-universitaria Damián de Molokai, fundada por el grupo Tinkui Marka, que dio por primera vez a los jóvenes de la zona la oportunidad de acceder a estudios superiores y tomar las riendas de su propio futuro.

José era conocido por su enorme capacidad de análisis y de discernimiento. Se podía hablar con él largamente de los más diversos temas y siempre hacía ver las cosas desde una perspectiva distinta (los más cercanos comentan que, conforme se iba adentrando la noche, se iba apasionando más y su razonamiento se iba haciendo más agudo y lúcido, llegando a su clímax bien pasada la medianoche). Era un apasionado de la congregación, pero también lo era de los autos, del buen comer (le encantaba cierto chifita de su entrañable Barranco) y, sobre todo, de viajar. Al mismo tiempo, era una persona discreta y tímida, que consideraba tener muy pocos amigos íntimos, no obstante lo cual siempre estaba dispuesto para quien necesitara hablar, pues creía firmemente en la nobleza del ser humano.

Desde comienzos de los años 90, comenzó a manifestarse en él una esclerodermia que lo obligó, primero, a dejar La Ensenada, y posteriormente a ir bajando su ritmo de trabajo. Gradualmente, la enfermedad fue avanzado, hasta que le generó una fibrosis pulmonar que fue minando seriamente su salud. El año 2009, José se tomó un año sabático en la Casa Provincial de España, luego de lo cual regresó a la comunidad de Monterrico.

El 25 de junio del 2010, el Hno. José Kuwae partió al encuentro de Dios en la clínica Stella Maris. Actualmente, una comunidad laical ss.cc. lleva su nombre.