Almuerzo comuno de primavera

Como ya se ha comenzado a hacer tradición en los últimos años, el almuerzo de medio año de la Comunidad se fijó para el domingo más cercano al inicio de la primavera, es decir, el domingo 22 de setiembre. Y esta vez muchos se sacaron el clavo y pudieron por fin probar la famosa paella del Oso. El sitio, de cajón, fue la casa de Juan Carlos; allí llegó desde temprano el Oso con su ayudante, el señor Antonio, y comenzaron a prepararlo todo.

Acordamos empezar con la misa comunitaria al mediodía... aunque la mayoría de personas fue llegando después de las 12:30, pero afortunadamente Gastón también llegó retrasado, pues tuvo una larga lista de enfermos que visitar para llevarles la comunión. Como el hambre apremiaba, el Oso comenzó a hacer pasar los pasteles de papa, que volaron rápidamente. Alrededor de la 1:10 empezamos una misa sencilla y bien compartida... en la que nos acompañaba el aroma de la paella que ya iba quedando lista.

Ni bien terminó la misa (y, en ausencia de Elia, encargándole a Meche las cobranzas) todos corrieron a tomar su plato y empezar su cola para servirse abundantemente la paella. Los niños, fieles al pollo a la brasa, se concentraron en la cocina. Y las conversas comunitarias empezaron a tomar viada, pasando desde anécotas de juventud hasta la situación del país, desde la crianza de los chicos hasta los desafíos para la Iglesia de hoy. Aunque estaba previsto pasar una película, los niños empezaron a jugar animadamente con una pelota que trajo Félix, así que los dejamos ser (y nos comimos la canchita, junto con un café que Machi y Vania fueron a comprar). Fue una linda tarde.